También parece que existen individuos más dominantes que otros, aunque esta cualidad no está demasiado estudiada en los gatos; es más, muchos expertos no reconocen la relación de dominancia-subordinación entre ellos, como sucede con el perro o el hombre.
Por el contrario, sí se han observado con más claridad entre dos y tres tipos definidos de temperamento (esto varía según el autor del estudio), especialmente en su interacción con las personas. Por un lado estaría el gato sociable, seguro y extravertido; por otro, el tímido, retraído y esquivo, y finalmente, el activo y agresivo.
Parece que estas diferencias de carácter gatuno se deben a varios factores, entre ellos la interacción con la madre, el carácter del padre, así como la socialización y las experiencias tempranas con el ser humano.
Así, igual que en otras especies, la relación de la gata con los gatitos durante las primeras semanas de vida es primordial. De hecho, una separación temprana de su madre puede hacer que el gatito sea “reactivo” o que muestre dificultad para controlar su modo de jugar, por ejemplo.
Respecto al carácter del padre, parece que es más importante que el de la madre a la hora de determinar el de los hijos. Por ello, si el padre es un gato sociable y seguro, son mayores las probabilidades de que sus hijos también lo sean; en cambio, si el padre es miedoso y retraído, aumenta la probabilidad de que sus hijos hereden esta característica.
No obstante, el factor que determina el carácter de los gatos es la socialización con las personas. Para que sea eficaz, el manejo del gatito por el ser humano debe producirse antes de las 9 semanas de edad, solo así se conseguirá que el gatito se aproxime a las personas con tranquilidad y se deje coger por ellas, característica que se mantiene cuando se hace adulto.
Por el contrario, si un gatito tiene experiencias negativas con las personas cuando es pequeño, lo más probable es que su comportamiento sea de temor para el resto de su vida.
Aun así, con frecuencia se observa que algunos ejemplares nunca llegan a ser afectuosos o sociables, aunque hayan recibido la mejor socialización posible, en cuyo caso lo más probable es que sus ascendientes ya tuvieran este carácter. Esto pone de manifiesto la importancia de la genética también en cuanto a la personalidad de los animales.
Sin embargo, con paciencia y usando métodos de contacto con refuerzos positivos, se puede conseguir un cierto cambio en la personalidad de nuestro gato.