¿Cómo aprenden los gatos?
El gato utiliza diversas formas de aprendizaje desde su más tierna infancia, ya durante la fase de socialización, pero las dos más importantes son la observacional y la asociativa.
¿Qué es necesario para que el gato aprenda?
Los gatos son animales que precisan de una motivación importante para mantener la atención en lo que están haciendo, por ello, reaccionan favorablemente frente a la comida (habitualmente enlatada), a las atenciones y al juego.
Para que esa motivación no se reduzca y el animal rechace hacer lo que queremos enseñarle es fundamental realizar sesiones de trabajo cortas (no más de cinco minutos).
Asimismo, la paciencia es una aliada fundamental. No basta con repetir al gato unas cuantas veces lo que queremos de él, sino que es necesario repetir la actividad habitualmente, así como en diferentes momentos y lugares de la casa.
¿Qué podemos enseñar a un gato?
Además de enseñarle qué cosas nos parecen bien y cuáles no queremos que haga, principalmente reforzándole aquellas bien hechasy adaptando el entorno para evitar las que no son apropiadas, también podemos practicar con él habilidades o “trucos”.
Los ejercicios que impliquen la realización de habilidades naturales, por ejemplo, sentarse, traer cosas o dar la pata, pueden ser una buena elección para comenzar. Dar la pata es algo muy natural para los gatos, ya que normalmente usan sus patas delanteras para solicitar atenciones o para cazar animales de una manera similar.
Para condicionar la conducta del gato y conseguir que realice distintos ejercicios se puede utilizar un clicker. Con este método hay personas que han conseguido que su gato accione una llave de la luz o cosas así. En general, este tipo de condicionamiento da resultados igual de satisfactorios que los que se consiguen en otras especies, incluido el perro.
¿Qué se debe evitar?
La sensibilidad del gato frente al castigo es extrema, lo que determina el método de enseñanza. Así, están rotundamente contraindicados el castigo físico (incluido tirarle cosas, algo muy habitual, desgraciadamente) y el castigo verbal (por ejemplo, gritarle). Da igual que se trate de algo que queremos enseñarle o que pretendamos corregir algún problema de conducta. Usar el castigo con el gato puede producir reacciones de estrés e incluso de agresividad por miedo hacia el propietario, lo que agrava aún más la situación.
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