El calor excesivo puede afectar a los gatos igual que nos afecta a nosotros los humanos, por eso con la llegada de los días estivales es un buen momento para analizar el peligro de los golpes de calor en gatos, sus consecuencias y, sobre todo, la forma de evitarlos.
Y lo primero que queremos aclarar es la afirmación con la que empezábamos. Hemos dicho que el calor afecta a los gatos igual que afecta a los humanos, pero ésta frase no es del todo cierta, porque nuestras mascotas son más sensibles que nosotros al calor debido a que ellas no pueden regular su temperatura corporal como lo hacemos nosotros, a través del sudor. A los gatos les imposibilita hacerlo el carecer de glándulas sudoríparas.
Entonces, ¿cómo podemos ayudar a nuestros amigos en temporadas de muchísimo calor? A continuación veremos una serie de recomendaciones que pueden serles muy útiles para su salud.
Para empezar lo primero que debemos hacer es reservarles una habitación muy fresca en la que puedan descansar. Te habrás dado cuenta que en verano los gatos se encuentran mucho menos activos que en invierno. La inactividad hace que el gato pueda regular mejor su temperatura corporal.
Igualmente debemos proporcionarle más agua de lo habitual. Si generalmente nuestros gatos consumen una media de 40-60 ml de agua por kilo y por día, en épocas de más calor los gatos llegan a beber hasta 100 ml. de agua por kilo y día. Aunque la cantidad de agua que nuestro gato ingiera no solo dependerá del calor, sino también de la alimentación.
Y es que todos los alimentos contienen agua, aunque la proporción de ésta varía dependiendo del tipo de alimento. Así por ejemplo las croquetas tienen una cantidad de agua mucho menor que la comida en lata, por ejemplo. Por ello en temporadas de mucho calor y humedad, la comida en lata a temperatura ambiente es más recomendable que las croquetas.
El agua debemos cambiarla con más asiduidad de lo habitual para que ésta permanezca a una temperatura lo más fresca posible.
Otro pequeño truco es refrescar sus zonas de descanso o refrescar al animal directamente. Si nuestra mascota está acostumbrada al agua seguro que no le disgustará que le rocíes en las horas del día de mayor temperatura con un pulverizador de agua. La primera vez que lo vayas a hacer hazlo de lejos, para que le llegue tan solo el vapor del agua. Si ves que le gusta, ves acercando la pulverización poco a poco. Puedes igualmente envolver al animal en una toalla húmeda durante pocos segundos, aunque esta operación nunca debes hacerla a la fuerza.
¿Qué síntomas notaremos si nuestro gato está sufriendo un golpe de calor? Sus posibles síntomas son los siguientes: decaimiento y pocas ganas de moverse, respiración rápida y sonora, o aumento del ritmo cardiaco. En los casos más pronunciados podemos ver temblores, mareos o incluso vómitos.
En caso de llegar a algunos de los síntomas que veíamos anteriormente, debemos acudir rápidamente al veterinario para que éste valore su estado y le administre los cuidados pertinentes. El especialista tratará de bajar la temperatura corporal del animal.
Nosotros camino del veterinario podemos ir haciendo pequeños gestos para rebajar esa temperatura corporal, como humedecer determinadas zonas del cuerpo muy conectadas con el cerebro como son la cabeza, el cuello, las axilas o las ingles. Lo que nunca debemos hacer es cubrir al gato con una toalla húmeda, porque al contrario de lo que pensamos aumentará el calor. Igualmente evita utilizar agua demasiado fría. El contraste puede ser demasiado drástico para su cerebro. Utiliza agua recién salida del grifo.
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